viernes, 29 de noviembre de 2013

Texto de Yaki Setton



Gatos de Cheshire en Vida de Gatos  
de María Laura Decésare
29 de noviembre de 2012


Ella
Ya me he quitado la túnica,
¿tendré que vestirme?:
ya me he lavado los pies,
¿me los vuelvo a manchar?
Cantar de los cantares

Caminan con mucho cuidado, se mueven lentamente, se acurrucan en una esquina se acarician contra una pared. No saltan de manera abrupta ni tiran en el camino nada que se les interponga. Se quedan sentados o recostados en un sillón mientras mueven la cola con suavidad. No hay ruidos ni latido o respiración que denuncie su presencia. Así se mueven, con exquisitez, estos felinos domésticos por las piernas y los poemas de María Laura Decésare. Se encuentran encerrados entre paredes, puertas con mirilla, camas con sábanas, pesadillas y sueños. Estos animales son una presencia, el libro se llama Vida de gatos, en ausencia.

"Me despierta
con su pata sobre mi cara
lo miro de reojo sin entender
el coraje en su mirada.
Será que una vez más
me salva la pesadilla
para aliviar con su ronroneo
el sobresalto anterior."

Así, en estos delicados poemas, de versos cortos, adjetivación austera, lenguaje simple; los seres vivos se mecen con sumo cuidado entre las cosas de una casa, el cuarto, algún rinconcito, el pequeño balcón, "ese punto minúsculo". Un macho y una hembra que se encuentran y se desencuentran, que juegan en la sala, que respetan silencios y el instante para el amor. Un gato, una gata y las miradas que se descubren en el brillo de los ojos del otro.


"¿Y la magia de dormirnos abrazados?
Ahora, un lienzo de algodón
es lo único que nos une.
Subo a la almohada de los milagros
y caigo en el torrente
del día a día que decreta
el final de la jugada."

Vida de gatos describe un mundo amoroso, de la madre, del padre, de la amante, de la solitaria, casi sin decirlo ni nombrarlo. Sus poemas, como una gata silvestre, van y vienen por la comisa de las pequeñas cosas del vivir cotidiano como si el día a día o la noche a noche fuera caminar por los bordes de un laberinto que no conduce a ninguna parte, salvo que la vida, como la de los felinos, pasa y de un momento a otro, de manera abrupta envejecen.

"La soledad llegó sin permiso y
se acomodó cerca de la almohada
que conserva aún
la tibieza del rostro fugitivo.
Ella no pudo hacer
ni decir nada.
Quedó aturdida
mirando la puerta
hasta que un rayo de sol
sosegó la pena de su cara."

Es que María Laura Decésare construye un sutil laberinto de poemas que seducen y engañan porque nos llevan a lugares que al principio no reconocemos, y hasta resultan agradables, pero que al trasponer trampas y chocarnos con sus falsas salidas se tornan un cerrojo incierto.

"Sin aviso
llegan al atardecer las dudas
y vuelvo mis ojos al techo
donde una luz difusa
abre un camino
que recorro descalza.
A ciegas sigo tu sombra
sin que me importe
repetir el camino de regreso."


Libro del silencio, "el miedo consume la casa / arruina su silencio", discípulo de La letra muda publicado en el 2010, también en Ediciones del Dock, Vida de gatos parece por momentos cargado de gatos de Cheshire, aquel imaginado por Lewis Carroll para Alicia en el país de las maravillas (1865) que se hacía invisible y visible según su deseo: a veces su cuerpo desaparecía y no su cabeza, otras veces quedaba solo su sonrisa. Digo, Vida de gatos posee una secuencia de poemas que no están aislados ni solos sino unidos por una leve trama de esa elipsis que en la retórica se llama silencio o blanco; "consiste en dejar sobre la línea, 'como si faltaran palabras', un espacio vacío que simboliza un silencio"¹. Una presencia en ausencia, al modo de una gata sentada quieta y dormida hace horas. Una gata que ya nadie ve ni percibe, como si no estuviera; aunque existe como una "gata encerrada" con la que juntos y siempre caemos en su propia trampa etérea e invisible, como el viejo gato de Cheshire.

"Ella no eligió la soledad
sin embargo cae una y otra vez
en sus redes
y aunque el gato
intenta sostenerla con su ronroneo
no alcanza para aliviar
el peso de la cruz."

Por Yaki Setton. 
Yaki Setton
Texto leído en La Casa de la lectura, 2012.


¹. Helena Beristáin, Diccionario de retórica y poética, México, Porrúa, 1995, p. 83.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Preguntas

¿Por qué se terminó?
¿Había algo más importante?

Vuelan los ánsares
de aquí a la Luna, al Lejano Palacio.

¿Es que la vocación de ser felices
no era en nosotros lo bastante fuerte?

¿O había algo que hacía que supiéramos
que todo aquello no podía durar?

Pero tampoco la vida durará para siempre
y no por eso desdeñamos vivir.

¿Por qué, entonces, terminó?

Daniel Samoilovich



DOS POEMAS DE IRENE GRUSS

Irene Gruss (Argentina)
FUGAZ

No ensucies este momento:
alguien me canta al oído
me dice la palabra siempre.

QUIÉN ME QUITA LO BAILADO

Pido peras al olmo. Las saboreo:
son deliciosas.
He pedido gato por liebre;
me lo han dado.
Me han contado historias libidinosas
a medianoche;
gozaba, con cada palabra,
con cada gesto.
He amado la noche
cuando amanecía,
amé la muerte, y
soné
con la realidad.




¿Dónde?

De Agua florida, Nini Bernardello (el suri porfiado, 2013).

martes, 19 de noviembre de 2013